LA PARROQUIA CALDERÓN se ubica a 2.610 m.s.n.m., al noreste del Distrito Metropolitano de Quito, al oeste del Valle de Guayllabamba, en los altos del cañón del río homónimo, sobre la meseta de Guanguiltagua, por la ruta al nuevo aeropuerto internacional (Tababela), al borde de la ciudad de Quito.
Su jurisdicción comprende 79,07 km2. Territorio seco, semidesértico, suelo arcillo arenoso, erosionado, y cangahua; clima desértico templado seco, con intensidad de vientos en verano y pluviosidad de noviembre a mayo, con madrugadas frías. No obstante es un clima benigno, para que a Calderón se le llame “tierra de convalecencia”.
Este tipo de suelo, no afectado aún por el urbanismo, se encuentra en
las Colinas de Bellavista. Carece de vertientes de agua, sólo por dos quebradas hondas surcan el Guevara y el Pogyo, riachuelos de aguas ferruginosas, provenientes de manantiales naturales; las del Pogyo son además termales, de un sabor agradable, es el sabor de las entrañas de la tierra. La carencia de agua determinó el tardío poblamiento humano y lento proceso de asentamiento en el sector. Basta señalar que según datos del censo demográfico del 8 de julio de 1974, Calderón contaba con una población de 13.358 habitantes. La vida siempre gira en torno al agua.
En la memoria persiste la imagen de los aguadores indios, con sus maltas o pondos a la espalda, acarreando el agua desde el pogyo de Umayacu y la quebrada Guevara, hacia el centro parroquial, en donde se la vendía.
Sin agua, la flora y la fauna de este llano del altiplano es escasa: plantas arbustivas, cabuya, maíz, zapallos, ganado vacuno, aves de corral y aves silvestres como viracchuros, mirlos, palomas, tórtolas.
Un testimonio revela que por 1960 era muy común en Calderón ver un redil de ovejas -animales que se adaptaron a la pobreza forestal de la zona-, junto a las chozas de los indígenas. Ahora, las ovejas no son más que elementos del recuerdo, aunque si, eventualmente, a la altura de Casitas de Pobres, asoma una manada de chivas con sus cachorros, y su pastor.